Nuestro papel como facilitadores es simplificar, clarificar y conectar. Ofrecemos un máximo de apoyo con un mínimo de interferencia. Como lo decía María Montessori: “Cada ayuda innecesaria es un impedimento en el desarrollo del niño.” En otras palabras podemos decir que el apoyo que no permite espacio para la autonomía se vuelve contraproducente. Eso significa que no enseñamos activamente contenido a los niños si ellos mismos no nos lo han pedido. El fundamento base de un ALC es confiar. Confiamos en la capacidad de cada niño y niña de aprender lo que necesita y lo que quiere en el momento que esté listo/lista.
Como facilitadores fomentamos la libertad bajo responsabilidad, la libre exploración, la autonomía, la independencia y el desarrollo sano de las emociones en cada niño y niña, sin importar su edad. Creamos cultura consciente, creando relaciones auténticas que se basan en el respeto mutuo, una comunicación abierta y no-violenta, y la aceptación de las diferencias. Abrazamos la multiplicidad de inteligencias, modos de expresión y estilos de aprendizaje. Apoyamos a que los niños y niñas aprendan a gestionar su tiempo, tomar iniciativas y decisiones, resolver problemas y conflictos. A que aprendan a confiar en sí mismos y en sus capacidades. Y aprendan a respetar al otro, proveyendo del bienestar de todos.
Los facilitadores somos auténticos y abiertos porque sabemos que sólo las relaciones auténticas pueden formar comunicación, colaboración y confianza entre los niños y los adultos. Promovemos las distintas formas de expresión, el auto conocimiento y la aceptación propia, permitiendo que la experiencia de nutrir nuestras relaciones nos enseñe el poder de vivir en comunidad.
Estamos todos bajo constante capacitación y coaching por pedagogos y entrenadores profesionales.